lunes, 19 de julio de 2010

Los camélidos sudamericanos


Una llama en la entrada de la fuente del Inca, alrededores de Cusco. Como decía Beatriz no le hagas fotos que esa tiene manager ja ja ja


La familia de los camélidos está emparentada con los camellos de Asia y África. Su diferente evolución ha sido fruto de la adaptación a un medio tan diverso.


Existen cuatro clase de camélidos, llama, alpaca, vicuña y guanaco, durante nuestro viaje no hemos podido conocer a este último.


Respecto a los otros tres, que parecen similares a simple vista, existen bastantes particularidades que los hacen diferentes.
Una alpaca lanuda., en un parque de Cusco.
Una baby alpaca de preciada fibra, en un pueblo del Cañón del Colca.



La alpaca son más pequeñas tienen el pelo más corto y no se utilizan para cargar. Su carne sí se come y está bastante rica, no sabe a ternera, ni cordero, ni cerdo, es diferente. Un poco seca. Con la fibra de las crías de alpaca hacen jerseys, bolsos y miles de artílugios de esta especie de lana. Su fibra es mucho mejor que la de la llama.


Una llama en el Machu Picchu.
Una llama por las empedradas calles de Cusco.

La llama es un poco más grande y más fuerte, tiene una figura más esbelta. Las alpacas son como más rechonchitas. Se utiliza como animal de carga. Y es más dócil. No puede ser distinguida por su color porque tiene más de 50 tonalidades. "Yo y mi llama que llama se llama..." yo no podía dejar de cantar esta cancion, Marie France que es canadiense se la aprendió :)


Una vicuña en un parque cerrado en Cusco. Son pequeñas y marrones.



Las vicuñas son las más pequeñas del grupo, su población está menos extendida. No suelen pesar más de 40 kilos. Son las más fáciles de reconocer por su color marrón. La población mundial de vicuñas no sobrepasa los 170.000 ejemplares, de los cuales unos 100.000 se hallan en Perú en zonas que superan los 3800 mts. de altura.


La leche de ningún camélido es utilizada porque generan muy poca cantidad.

El amazonas y su biodiversidad

Un niño juega con un camaleón en un pueblo de la selva amazónica, cerca de Mazán.

Un árbol gigante, creo que se llama Lupuna, perfecto para jugar con o como los monos.

Una boa constrictor...


Se venden gallinas y huevos frescos en Iquitos.


Un delfín rosado, viven en el río porque algún lejano día pasaron desde el mar.

Por la selva, pasito a pasito. La arena se hundía bajo nuestros pies hasta la rodilla.




Unas niñas de un pueblo indígena, detrás las Victoria Regia especies de nenúfares gigante que pueden soportar hasta 30 kilos de peso.



Un pequeño oso perezoso, a penas gastan energía se mueven super lentos. Son realmente feos.



Un mono, con cara de chulito.



A lo tarzán por la selva.


Viajar por los pueblitos del Amazonas por libre es bastante más complicado de lo que pensaba. El primer día convencí a Beatriz para irnos en un peque peque (barquita) o rápido (idem pero con motor más potente) a explorar el Amazonas por nuestra cuenta.

Preguntamos en el albergue y los precios de las excursiones eran carísimos, entonces se me ocurrió que con saco de dormir y agua en ristre podíamos irnos a un pueblito buscar un sitio para comer y dormir y pasear por la selva. Llegamos a Santa Cruz un poblado (10 casas de paja) a la orilla del río, parecía la ciudad de los niños perdidos de Peter Pan porque salieron a recibirnos como 20 chiquillos. Menos mal que hablaban español! ¿Podemos comer por aquí? ja ja ja Se descoyuntaban la mandíbula. ¿Y dormir por aquí por algún sitio? ja ja ja ja Éramos realmente dos tias raras, vestidas con nuestros coloridos chaquetones y jerseys con nuestras pintas de guiri extraterrestre buscando comer y dormir en su pequeño poblado, al que no había llegado un guiri desde los tiempos de Cristóbal Colón.

Nos volvimos al pueblo más grande Mazán, que nos pareció la vuelta a casa, comimos deliciosamente, buscamos sin éxito un sitio bonito para dormi allí y en Indiana (el pueblo de al lado) sin éxito. Nos volvimos a Iquitos y pagamos un tour de un día. Y conocimos la selva, pescamos pirañas (más bien las alimentamos de carnaza), nos tiramos en liana, comimos delicioso pescado y pagamos religiosamente la cuota por conocer el Amazonas con poco tiempo, aunque muchas ganas.





El hombre que nos acompañaba con su cuchillo para abrirnos paso entre la abrupta vegetación.



Una chica con su bebé, que nos acompañó al pueblo, desde la aldea de Santa Teresa.



Los niños de la comunidad de Santa Teresa.

Las diminutas barcas que cruzan el Amazonas, que llega a tener 60 Km de ancho y mide 6800 km de largo. Por su inmensidad en Brasil se le conoce como el Río Mar.

Un hombre del pueblo que nos llevo en su barca, él se dedica a la industria maderera, muy prolífera en la zona.



Sopa de gusanos... para quién guste de gastronomía innovadora.





Una casa que el famoso Eiffel hiciera en Iquitos en la época del caucho, que convirtió a la ciudad en un frenesí de europeos y norteamericanos. Hoy es una casa ruinosa, resquicio urbano de un pasado glorioso.


Primero fue el caucho, luego el petróleo y ahora algunos ansían encontrar el líquido negro que mueve el mundo en las profundidades de la selva. El nuevo dorado... El antiguo nunca se encontró.

viernes, 16 de julio de 2010

Machu Picchu y el Valle Sagrado

¡¡Por fin llegamos,
al Machu Picchu!!!
Una llama, tranquilamente guarda la ciudadela.

Para llegar a primera hora, antes de que abran a las 6 de la mañana, lo mejor es subir a pie. Una hora y media de escaleras incas, que subí sin luz y sin agua a las cuatro de la mañana. Me iba uniendo a los grupos de viajeros, para aprovecharme de sus focos o si iban muy rápido o muy despacio me quedaba sola tanteando los escalones. Llegué la 43 y sólo los 400 primeros consiguen entrada para el Huaynapichu, que es otra hora más de subida por escaloncitos de otrora, pero desde cuya cima se puede ver la forma de cóndor de la ciudadela y otear los altos cerros verdes y nevados.

El intrincado camino al Huayna Picchu, monte sagrado desde dónde se ofrecían las dádivas al Sol.

El Machu visto desde el cielo, con forma de cóndor. Al lado la zigzagueante carretera. Por ahí entre el verdor se esconde las escaleras.

Machu Picchu es una antigua ciudadela inca que redescubrió el norteamericano Hiram Bingham en 1911. Hasta aquí no llegaron los españoles, no se ve ninguna iglesia.

Dicen que los incas construían sus civilizaciones en las altas montañas para estar más cerca de sus dioses, el Sol. Por eso adoraban al cóndor que surcaba los cielos a enorme altura.

Machu Picchu, que no se sabe en realidad cómo se llamo en época del Tahuantinsuyo (las cuatro regiones incas) fue una ciudad de experimentación agrícola, todos los bancales que se sirven para aclimatar las semillas y experimentar con la humedad, temperaturas, minerales, altitud, etc. Para ver qué tipo de planta le iba mejor a cada terreno.

También fue una ciudad dedicada al culto al Sol, se aprecian en ella el Intihuatana (o amarre del Sol) y el Templo al Sol.

Caminar por estos senderos que tanto hemos visto en libros llena de energía, parece que el lugar inyectara sangre nueva. Nos pasamos allí todo el día, cual pintores expresionistas, fotografiamos el Machu Picchu con todas las tonalidades del Sol, nuestra pequeña ofrenda al Dios Inti.

Un chico enchaquetado observa el Intihuatana, (amarre del Sol), los astrónomos incas eran capaces de predecir los solsticios valiéndose del ángulo de su sombra.

Las casas en las que vivían los artesanos. Hay tres formas de arquitectura bien diferenciada la de los nobles o incas, la de los sacerdotes y la de los ciudadanos.


Espejos (elaborados con agua) para poder ver los reflejos de los astros, en la casa del sacerdote.


La única construcción semicircular que se ve es el Templo al Sol, en él queda recogida la cosmovisión inca. El culto al cielo (cóndor), Tierra (puma) y subsuelo (serpiente). Por eso este edificio tiene tres pisos.

Por el Valle Sagrado
El día anterior recorrimos algunos pueblos del Valle Sagrado. Las Salinas de Maras, la ciudadela de Pisaq y el centro de experimentación agrícola, que parece un circo romano de Moray. Entre combis (pequeños autobuses), taxis y trenes llegamos a Ollantaytambo y luego a Aguas Calientes.

El centro de experimentación agrícola de Moray. Al amancer o al atardecer viene gente a postrarse en su centro para cargarse de energía. Cada bancal, prueba diferentes condiciones y semillas.

Las salinas de Maras. A diferencia de las de Cádiz aquí el agua salada llega de la montaña y se seca al sol. Cada porción es de una familia del pueblo. Parecen los curtidores marroquíes. Tan lejos y tan cerca.

Beatriz en el autobús de Pisaq a Urubamba. Un poco apretadas íbamos.


Pisaq una ciudadela inca, para ir abriendo boca.

Todos los lugares del Valle del río Urubamba tienen nombres tan sonoros que parece que se los hubiera puesto Bécquer.

martes, 13 de julio de 2010

Cusco, el ombligo del mundo

Por las calles de Cuzco, una llama y dos mujeres típicas. Las paredes con el famoso almohadillado inca.


Beatriz, al fondo la Iglesia Compañía de Jesús. En la Plaza de Armas.

Cuzco o Cusco ciudad monumental fundada por el primer inca Manco Cápac, según el historiador Garcilaso Cusco significa "ombligo", del que fuera el imperio inca. Garcilaso cuenta en Comentarios reales de los incas, que Manco Cápac se autoproclamó hijo del Sol y civilizó a los indios de los alrededores, enseñándolos a cultivar sus tierras, pastar sus rebaños y tejer sus ropas.

En el Museo Qoricancha ofrecen muchos más detalles sobre la civilización inca (sus tradiciones, organización, religión, etc) que complementan muy bien el libro al que ya me he referido. Muy recomendable para entender esta prolija civilización autora del Machu Picchu. Cuando me termine el libro os contaré más detalle.

Tal como fue ciudad principal de incas, Cusco se convirtió en una gran receptora de la influencia española. Nosotras hemos dedicado cuatro días a patearnos sus calles y dejarnos sorprender con tranquilidad con cada uno de sus rincones. Hemos dormido en San Blas, un barrio ecléctico lleno de talleres de artesanos y cafés al sol. Me recuerda tanto al albaicín granadino. El olor a leña, las casas blancas, los miradores, la mezcla entre lo turístico y lo castizo...

En San Blas (el albaicín cuzqueño). Muy recomendable los desayunos y los jugos en Muse. Por cierto, ola de frío.

Una procesión escolar en la Plaza de Armas, la bandera de Cuzco se confunde con la del orgullo gay.


La Plaza de Armas de Cuzco también es de las más bonitas que hemos contemplado. Impresionante caudal de gente incesante por sus metros cuadrados y a un lado la imponente catedral.

También hemos aprovechado para visitar las ruinas incas de la zona. La más impresionante las murallas de Sacsayhuaman, formadas por pesadas piedras. El baño del inca (Tambomachay), el centro astronómico de Qenqo (laberinto o zigzag) y Pucapucara (Palacio Rojo), que debió ser una especie de aduana, antes de entrar a Cuzco.

Beatriz en el baño del Inca.

La estancia en Cusco ha sido un respiro en nuestro viajar, retomamos fiesta, paseamos, dormimos en el apartamento con todo lujo de detalles de Irene (la madre de Fernando) y salimos mucho de noche: Km 0 en nuestro barrio de San Blas, Mithology y nuestro preferido Mamá África, que continúa la fiesta hasta altas horas de la madrugada.

En la casa de Irene en pleno barrio de San Blas.

Mañana a Aguas Calientes por el Valle Inca y pasado Machu Picchu, la aventura continúa...

Por supuesto no nos perdimos el partido. Aquí celebrando la victoria con Anders y Johan con tortilla de patatas y sangría!!

Por problemas logísticos no puedo subir más fotos. Pero queda pendiente actualización.
Ya he podido subir las fotos que quedaban pendientes. (agosto)

sábado, 10 de julio de 2010

El lago Titicaca

Los Uros en el Lago Titicaca, islas elaboradas por el hombre con totora (una planta).

Buena parte de la economía de las islas llega de la venta de artesanía al turismo.

En cada isla, que vive entre 1 y 5 familias tiene una torre vigía. Los colores son preciosos. Parece el fuerte de los Playmobil.

Un lugareño mira al infinito, desde La Isla Carbajal, al caer la noche sólo se escuchan los pájaros.


Los Uros significa en Aimara "espuma flotante" y así como la espuma están construidas estas islas artificiales de totora (como mimbre) sobre el Lago Titicaca. Sus habitantes viven de la pesca y el turismo. El comienzo de esta particular forma de civilización comenzó con la llegada de los españoles a Perú y la huída de algunos de los habitantes de Puno que no querían ser reclutados para trabajar en las minas de Bolivia.

El lago Titicaca significa en Aimara Puma de Piedra y es que se supone que el lago tiene la forma de este animal cazando un conejo.


Después de estar toda la mañana para ponernos la vacuna de la Fiebre Amarilla en el Hospital Municipal, llegamos a las Islas de los Uros. 45 islas flotantes, en concreto llegamos a la de Q' Ota Marca y luego en barca de totora a la Isla Carbajal, dónde vive Luis Carbajal con su mujer Bilma, su hija y otros miembros de la dinastía.

Tuvimos suerte con el amable recibimiento, nos dejaron una pequeña barquita para pasear por la zona y nos prepararon trucha para cenar. Cuando cayó la noche (a las seis y media de la tarde) sólo se pudo ver las estrellas, charlar y escribir estas notas que ahora digitalizo.

Beatriz y yo con Bilma, detrás nuestra chocita, en la que pasamos un frío de muerte.

Luis nos dejó esta barquita cuando llegamos pero la falta de costumbre y de vela nos hicieron dar una vuelta muy rápida. Me he comprado un gorro para el frío, como el de Don Pimpón.

Una anécdota graciosa (ahora) antes de terminar. Para vacunarnos de la Fiebre Amarilla tuvimos que convencer a 7 personas para que se vacunaran con nosotras dos, porque el inyectable viene en dósis de 10 y sólo dura 6 horas y no lo podían desperdiciar. Después de hablar con la dirección del hospital público, con el privado, con la aseguradora, con las boticas y los hospitales de otros pueblos, nos decidimos a hacer campaña contra la fiebre amarilla y tras largas horas al final conseguimos a 4 que se quisieron vacunar y al fin abrieronel ansiado antídoto. ¡Preparadas para la selva!

Al día siguiente tras una fría noche en la cabaña viajamos 3 horas en barco a la Isla de Taquile, una isla de verdad. Es impresionante lo bonita que es la Plaza de Armas de este pueblo y cómo sus habitantes siguen guardando sus tradiciones, ya sea por convencimiento o por el fervor turístico. Pero los habitantes de Taquile siguen llevando sus típicos sombreros y diferenciando sus vestimentas según estén casados, buscando novios o bien comprometidos.

En Taquile con una hilandera. Al fondo Bolivia, que no se ve.

Oscar nuestro guía nos enseña los diferentes modos de gorro, según cada posición en la sociedad. El que lleva es el del gran jefe. Tras él la bonita iglesia del pueblo.

En un famoso arco de Taquile. Con niños vestidos con sus ropas típicas.

Dos niñas van al colegio en Taquile. En la isla viven 500 familias y hay colegio hasta secundaria.

Las ovejas llevan esos jopos de colores desde el día de San Juan para obtener más fertilidad.

Beatriz con la cantuta, flor nacional, que los incas le ofrecían a Pachamama, la Madre Tierra.

Volviendo en el barquito a Puno.