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Una barca mallorquina desde nuestro barco. |
No hay nada mejor que pasar unos días reconectando con tus amigos de toda la vida, es decir, contigo misma.
La Costa Brava está llena de calas abruptas, agrestes y escarpadas, incluso bastante solitarias para ser finales de Julio. El agua es turquesa, hay muchas calas de piedras y otras de arena. Prefiero ir a las de piedra con difícil acceso porque así hay menos gente. Me recordó al paisaje de Mallorca. A todas luces, un fin de semana no es suficiente para conocer la zona, pero nos encantó todo lo que vimos.
El pueblo de Calella es precioso, además coincidimos con una fiesta en el pueblo con orquesta y sardanas, a la que Beatriz se unió bailando. Cuando llegas al pueblo a la Cala de Port Bo, mirando al mar a la derecha puedes seguir un caminito que recorre la costa y puedes ir bajando a las calitas.
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La Costa abrupta y agreste de la Costa Brava. |
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Todo el día en el agua. |
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En una de las calitas de Calella. |
Para comer hay una chiringuito a pie de playa especialista en arroces. Se llama
Fiego Restaurante. Aunque estaba hasta la bandera.
Para dormir nos quedamos en el
Airbnb de Carme y Xavi, una pareja adorable que vive en un chalet en
Pals y alquila la planta de arriba. Para cenar en Pals que además es un pueblo muy bonito, muy recomendable La terraza del
Antic Casino. Otro pueblo muy bonito que también estaba de fiesta es
Begur. Para cenar
La Pizzeta de Begur, deliciosas pizzas al horno de leña en terraza. Hay que reservar.
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El mar y un velero. |
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El agua turquesa y no hay que olvidar las gafas de bucear para ver los peces entre las rocas. |
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Luis y Beatriz, mis compañeros de viaje :) |
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Gracias a Luis que fue nuestro patrón, pudimos alquilar un barco y ver la costa desde el mar. |
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Relaxing time. |