No encontré en Canterbury los cuentos de
Geoffrey Chaucer para recrearlos
in situ. Pero tampoco hicieron falta porque la ciudad es deslumbrante en sí misma por su imponente catedral, sede de la iglesia
anglicana.
Sus callecitas estrechas, sus canales y sus casas de vigas de madera crean un entorno idílico, que más allá de la ciudad turística encierra mucha vida y fervor religioso. Hay que dedicarle un tiempo a perderse entre sus callejuelas.
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Un canal de Canterbury. |
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Paseando por el claustro de la catedral. |
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La Catedral de Canterbury claro ejemplo del gótico inglés. |
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Parrot, una de las tabernitas de la ciudad. |
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The Moat Tea Rom. |
Dónde fueres hacer lo que vieres... así que paramos a tomarnos un té con tarta en
The Moat Tea Room, dónde la dueña nos atendió afablemente.
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El Claustro de la Catedral. |
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Mi madre en la Christ Church Gate, el pórtico de entrada a la catedral. |
El precio de la entrada a la catedral de Canterbury es de 10,50 pounds, pero no entramos porque estaba justamente de reforma. Aunque las vidrieras desde dentro deben ser aún más espectaculares. Perdiéndonos eso, al menos vimos el claustro y la parte de atrás de la catedral a la que se accede gratuitamente.
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