sábado, 30 de septiembre de 2023

Escapada a Tánger

En el ferry rumbo a Marruecos. Algunas veces se ven delfines, otras hay que conformarse con mirarnos a los ojos.

Desde la azotea de nuestro riad.

Marruecos es la forma más rápida que tenemos de cruzar a un nuevo mundo. Dentro del gran parque comercial y temático en el que se ha convertido Europa. A tan sólo 14 kilómetros de Cádiz se abre un mundo dónde realmente aún te sorprenden las tiendas, la cultura y sus gentes. 

Tánger es una de esas capitales en la que encuentras de todo, la modernidad y también la autenticidad de barrios aún llenos de encanto marroquí. En septiembre aprovechamos un fin de semana para saltar a Tánger y despertarnos al son de sus minaretes. 

Tenía el recuerdo de Tánger de una ciudad un poco sucia y con gente que te molestaba mucho por la calle pidiéndote que le compraras cosas, pero la verdad es que me llevé una grata sorpresa al ver que la gente era mucho más amable y que la ciudad estaba mucho más limpia.


                                 
Las tumbas púnico-romanas cerca del afamado Café Hafa son un lugar impresionante. Desde allí se ve perfectamente la costa de Cádiz.

El puerto de la ciudad desde su castillo.

Las calles de la Medina vieja con sus típicas buganvillas.

En una de sus mezquitas.


Cous cous y pescado variado.

En todos los sitios dónde comimos, comimos muy bien. Cous cous, pescado, carnes a la brasa y por supuesto pastelitos árabes deliciosos.

Por último una lección aprendida que me gustaría compartir. Por supuesto hace falta pasaporte para coger el ferry, a nosotros se nos olvidó el de Félix que finalmente se quedó en casa con sus abuelos. 
Sobre el ferry, se puede coger desde Tarifa que es un poco más caro pero te deja en el puerto al lado del centro de la ciudad. Nosotros quisimos ahorrarnos unos euros y coger el ferry desde Algeciras, pero te deja en un puerto nuevo a las afueras y desde allí tienes que coger algún tipo de vehículo (taxi, taxi compartido o bus) que te lleve al centro de la ciudad en aproximadamente 45-50 minutos. A nosotros como íbamos los dos solos nos dio igual, incluso nos pareció una aventura más auténtica, pero para ir con niños me parece más fácil llegar al puerto del centro de la ciudad y poder andar hasta el hotel. 

miércoles, 30 de agosto de 2023

Al Norte de Portugal

Puente de Lima
Ponte de Lima.

El Norte de Portugal está repleto de grandes sorpresas.

Ponte de Lima es una de ellas, la villa más antigua de Portugal y posiblemente una de las más bellas. Su gran atractivo reside en su imponente puente romano, que luego fue medieval, construido sobre el manso río Lima invita a la contemplación. El resto del pueblo también merece un buen paseo por sus callecitas empedradas e iglesias góticas encaladas. 

Capela das Pareiras, Ponte de Lima.

En el paseo por la localidad tuve la suerte de toparme con esta exposición muy inspiradora de la artista 
gallega María Eiras. Me encantaría ser retratada así, yo y el mundo.

                              

                                               "I choose my own journey" by María Eiras.

Siguiendo el río Lima hasta llegar a su estuario encontramos otro bonito e histórico pueblo: Viana do Castelo. De sus astilleros salieron las naos que exploraron el nuevo mundo en sus rutas por las Américas, de ahí la importancia de esta localidad que puede apreciarse en sus majestuosas fachadas. La belleza de su enclave se disfruta especialmente desde la Basílica del Sagrado Corazón, a la que se puede subir en el típico elevador portugués. 

La Plaza de la República, Viana do Castelo.


Álvaro y Félix en un edificio de la ciudad, con la típica fachada de azulejos portugueses.

Por la zona hay varios ríos muy apetecibles para el baño, como el río Homme, afluente del Lima, dónde nos bañamos e hicimos pic nic.

                              
                                                                           Río Homem.

Mis compañeros de viaje y de vida en la Catedral de Braga.

Nuestra siguiente parada fue Braga, otrora Bracara Augusta lo que se nota considerablemente en su trazado. Su catedral del siglo XII es la más antigua de Portugal y entre sus fachadas de azulejos se encuentra su famosa Universidad, que esconde entre otras delicias el Jardín de Santa Bárbara, espléndido de flores. 

Al visitar Braga hay que probar por supuesto el bacalao a la Braga (frito sobre una cama de patatas y coronado con un sofrito de cebolla y pimiento) y de postre el  típico pastel que llaman tibia. Para quemar la comida se puede subir a la Basílica de Bom Jesús para admirar las vistas y el bosque. 


La Plaza de la República Braga.

El centro comercial de Braga.


                                       
En los Jardines de Santa Bárbara.

Subir a la Basílicia de Belem es una buena forma de apreciar las vistas y el bosque. 

Otra parada reseñable fue Valencia del Miño, Valenca do Minho, una fortificación a orillas del río, justo enfrente de la gallega Tui. Sus calles están repletas de tiendas de toallas, sábanas y souvenirs, pero además del mercado merecen una visita su fortaleza, algunas casas con azulejos preciosos y las vistas del puente de Eiffel sobre el Miño.


Valencia do Miño.



        
                                             Algunos azulejos de edificios de Braga.

Por último, ya de vuelta a España paramos en Guimaraes, conocida como la cuna de Portugal y cuyo patrimonio es reconocido por la Unesco.  

La catedral de Guimaraes.

Las bellas fachadas de Guimaraes.


La casa rural de Coucieiro, de fondo todos los amigos y niños que nos acompañaban en este estupendo viaje.