lunes, 16 de julio de 2018

Mis amigos y el mar en la Costa Brava

Una barca mallorquina desde nuestro barco. 


No hay nada mejor que pasar unos días reconectando con tus amigos de toda la vida, es decir, contigo misma.

La Costa Brava está llena de calas abruptas, agrestes y escarpadas, incluso bastante solitarias para ser finales de Julio. El agua es turquesa, hay muchas calas de piedras y otras de arena. Prefiero ir a las de piedra con difícil acceso porque así hay menos gente. Me recordó al paisaje de Mallorca. A todas luces, un fin de semana no es suficiente para conocer la zona, pero nos encantó todo lo que vimos.

Calella de Palafrugell.

El pueblo de Calella es precioso, además coincidimos con una fiesta en el pueblo con orquesta y sardanas, a la que Beatriz se unió bailando. Cuando llegas al pueblo a la Cala de Port Bo, mirando al mar a la derecha puedes seguir un caminito que recorre la costa y puedes ir bajando a las calitas.

La Costa abrupta y agreste de la Costa Brava.

Todo el día en el agua.



En una de las calitas de Calella.
Para comer hay una chiringuito a pie de playa especialista en arroces. Se llama Fiego Restaurante. Aunque estaba hasta la bandera.

 Para dormir nos quedamos en el Airbnb de Carme y Xavi, una pareja adorable que vive en un chalet en Pals y alquila la planta de arriba. Para cenar en Pals que además es un pueblo muy bonito, muy recomendable La terraza del Antic Casino.  Otro pueblo muy bonito que también estaba de fiesta es Begur. Para cenar La Pizzeta de Begur, deliciosas pizzas al horno de leña en terraza. Hay que reservar.


El mar y un velero.



El agua turquesa y no hay que olvidar las gafas de bucear para ver los peces entre las rocas.

Luis y Beatriz, mis compañeros de viaje :) 



Gracias a Luis que fue nuestro patrón, pudimos alquilar un barco y ver la costa desde el mar.

Relaxing time. 

martes, 3 de julio de 2018

Poetisa en Nueva Yora

Nueva York, me parece que podría ser la portada de "La mujer singular y la ciudad".
New York desprende tanta acogedora vitalidad como una abrumadora soledad. 

Nueva York nos hace sentir muy pequeños y muy grandes a la vez. Es tan Federico García Lorca como Vivian Gornik. Tan gris como verde. La ciudad del consumo, del 24 hours, del siempre abierto, del siempre en movimiento. Dónde resulta una delicia sentarse a contemplar. 


La primera vez que llegas a Nueva York es como si ya hubieras estado allí, el humo que desprende el asfalto, los taxis, los rascacielos... Lo hemos visto tanto en las películas que forman parte de nuestro imaginario colectivo. Así Nueva York se hace fácil, hospitalaria. El español transita con normalidad por sus calles. El idioma, digo. De los españoles, en general, me comentaba el taxista de Uber que no había muchos en la ciudad, que conocía muchos franceses, alemanes y otros europeos. Pero que España no debía estar tan mal si la gente no venía a trabajar a Nueva York. "No sé. Lo mismo no se atreven con el Uber", le comentaba. Es fácil entablar conversaciones con cualquiera sobre cualquier cosa en Nueva York. 


En el meollo, Times Square.

Times Square. El centro neurálgico del consumo.

Hope. Del artista americano Robert Indiana
 A pocos pasos de Hope, se encuentra la palabra Love del mismo artista. Son ya esculturas icónicas del Pop Art, parte de la Gran Manzana.


Central Park, al fondo Manhattan.



El Atlas de Lee Lawrie y Rene Chambellan en Rockefeller Center. 
 Atlas carga con el peso del mundo sobre su cabeza, en este caso el mundo también representa un reloj solar.


La Catedral de Nueva York.
 Normalmente cuando llegas a una ciudad, yendo a la Catedral irías directamente al centro de esa urbe. En Nueva York la Catedral queda un poco escondida entre tantos rascacielos. Mejor buscar la tienda Lewis o el Apple Store para ubicarse.



Banderas por doquier. Patriotismo.

Vigilancia en la Torre Trump.
Uraeus, del escultor alemán Anselm Kiefer. Podríamos llamarlo el libro alado de Rockefeller Center. 

La Biblioteca Nacional. 

Desde la ventana de hotel. Ese parking ya tiene un décimo piso de altura.
Deliciosa burguer artesana con queso en Union Square Burguer.