miércoles, 30 de noviembre de 2016

Zinguinchor, viajando por libre por la Casamance

Las barcas de los pescadores.

Cuando llegamos a Senegal nos recomendaron visitar Casamance, es una zona poco turística aún, supongo que por eso llena de encanto natural y con gentes muy agradables. 

Es la zona dónde viven los diolas, una étnia realmente mágica que nos conecta con el pasado. Casamance es un lugar dónde hace tiempo crearon estados independientes gobernados por reyes y sus tradiciones, que aún perduran muy arraigadas entre sus moradores. 

Para llegar a Casamance lo más fácil es llegar por avión o barco a Zinguinchor. La ciudad más grande de la zona fundada por los portugueses en 1645. Hoy perviven en ella algunas casas coloniales  desvencijadas y grandes avenidas comerciales polvorientas, así como un mercado de pescado y cereales. La ciudad no es muy bonita pero es un buen punto operativo para preparar el viaje, comprar víveres y definir la ruta. Así como, para ir cogiéndole el pulso a este insólito rincón del mundo. 

Una de las casas de Zinguinchor, hoy ruinosa.

Es recomendable pasar por Le Kasse, restaurante dónde se dan cita lugareños y viajeros, con buena comida y buen ambiente. Aquí quedamos con Sara, amiga de antaño de mi época scout, aunque lamentablemente no pudimos verla porque perdíamos el avión. Justamente a mi vida scout me recordó mucha este viaje...  

Pelícanos descansan en un árbol.

Íbamos sin mapa, sin guía y sin saber francés, así que aprovechamos la noche en el Hotel Le Perroquet , para charlar con los viajeros y tomar nota. Entre unos y otros íbamos cogiendo ideas de lo que nos gustaría ver y al día siguiente nos montamos en un "set place" -coche de siete plazas que van saliendo cuando se van llenando- para viajar hasta Oussoye. 


Una grulla en el jardín de una familia.

Una mujer transportando pescado por la carretera.

Fue la primera vez que viajaba sin un libro-guía a un lugar, pero resultó ser una experiencia del todo fascinante.


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