lunes, 18 de noviembre de 2013

Tenerife y la eterna primavera


El Teide despejado.


A Tenerife hay que ir con tiempo y con la firme decisión de huir de las hordas de turistas alemanes e ingleses que masifican las playas del Sur. El resto de la isla de Tenerife esconde una gran diversidad de paisajes y una enorme riqueza cultural.

Tenía que trabajar lunes y martes en Santa Cruz, así que aproveché para viajar con Beatriz el fin de semana y descubrir las virtudes de esta isla, conocida por su eterna primavera.


La pequeña aldea de Masca incrustada en la montaña con vistas al mar, las playas de arena negra junto a los cultivos de plataneras, bellos pueblos de arquitectura ornamental, los bosques encantados de Anaga y por supuesto la singularidad de las alturas de El Teide... Tenerife encierra mil paisajes en una sola isla.



Masca al atardecer.
Llegar a la aldea de Masca no es fácil, centenares de curvas en cuesta componen el intrincado camino que llega hasta esta pequeña población de a penas media docena de casas. Sin embargo, el lugar merece la pena por sus increíbles vistas de la montaña y el mar. Si te descuidas buscando el pueblo, seguro que te lo pasas... Pero como dicen los filósofos eudaimónicos la felicidad no es fin, sino el camino, la forma de viajar.


La plaza de Garachico.
Garachico es un pequeño pueblo que comparte una bella arquitectura característica de la zona con una orilla de roca volcánica muy sorprendente. Llegamos de noche por lo que no pudimos disfrutar mucho de las vistas. Sin embargo, la plaza del pueblo tiene un encanto especial con los garachiquenses jugando al domino y algunos turistas curioseando.

De camino a Garachico fuimos a buscar la que nos habían dicho que era la mejor pastelería de toda la isla. Se llama El Aderno y la encontramos fácil en el pequeño pueblo de Buenavista.  La señora sorprendida nos recomendó los mejores pasteles de crema de chocolate para poder estar a la altura de nuestras expectativas. ¡Lo consiguió!

La iglesia de Bellavista.

Es espectacular ir viendo cómo va cambiando la vegetación desde las exhuberantes vegetaciones de la zona baja hasta la cima del Teide que es tan sólo roca y nieve. Por supuesto, visitar el Teide, ya sea caminando o en teleférico (25 euros ida y vuelta) es un "must" de este viaje. Si encima hace un día despejado que te permite ir divisando la cima y ver el resto de las islas Canarias desde su cúspide, el disfrute está asegurado.

El Teide preside la isla. Si está despejado se puede ver casi desde cualquier punto.





Beatriz oteando la cima del volcán.
 Las inmediaciones de El Teide están repletas de formaciones rocosas singulares, como la mítica que daba imagen al antiguo billete de 1.000 pesetas y La Catedral, formada por magma solidificado.

¿Os acordáis de los billetes de 1.000 pesestas? Este era el peñón.


Las inmediaciones de El Teide en La Catedral.
Después de visitar el  Parque Nacional de El Teide nos fuimos a la playa de Bollullos, junto a Puerto de la Cruz. Nos la había recomendado Javi, nuestro casero de Airbnb, porque no había mucha gente y por su arena negra. Aunque las corrientes eran fuertes "tened cuidado porque cada año caen unos cuantos alemanes" nos dijo. Y no fuimos capaces de bañarnos, pero sí de disfrutar del rugido de las olas.

La playa de Bollullos, junto a Puerto de la Cruz.
Camino a la playa, escarpados barrancos y cultivos de platanera.
Otro pueblo que nos encantó por sus casas de balcones de madera y su cuidad arquitectura, que luego fue exportada a Latinoamérica, fue La Orotava. El pueblo es precioso, tiene vistas tanto a la playa como al Teide y está repleto de cuidados edificios de arquitectura canaria. El más famoso es La Casa de los Balcones, aunque hay otra decena de pequeños palacetes igualmente bonitos.

La Casa de los Balcones.
La gran sorpresa del viaje fue el bosque de Anaga, lo llaman una isla dentro de la isla o el bosque encantado, porque este bosque del Plioceno no tiene nada que ver con el resto del paisaje tinerfeño y más bien pareciera que nos adentramos en Jurasic Park. Es el paraiso de los senderistas. El bosque de laurisilva ofrece sombras y maravillosos parajes de ensueño.

Desde el Centro de Visitantes Cruz del Carmen ofrecen una detallada información sobre los centenares de senderos que entretejen el parque.

¿Dónde está Wally? En Anaga hay más de 40 tipos de Laurisilva.
Para rematar el viaje, repleto de sensaciones, nos tomamos un café en La Laguna, la ciudad universitaria por excelencia. Ya habíamos conocido su actividad nocturna y de tapeo. Pero aprovechamos también para ver sus casas palaciegas.

Una de las bonitas casas palaciegas de La Laguna.
Con el fin de semana se acabó el relax y el Lunes me tocó cata multitudinaria en el Auditorio de Santa Cruz, por lo menos, el trabajo con vistas al mar y con sol, se lleva mucho mejor. ¡En cuanto haga falta, vuelvo!

El Auditorio de Tenerife, con forma de ola, de Calatrava.

3 comentarios:

Angela dijo...

Qué bien amiga, a pesar de que no te mandé el mail has estado en los sitios más bonitos de la Isla: Masca, La Orotava, Garachico, La Laguna, monte Anaga.
¿Fuiste al final a la playa de Taganana?
@angelamoron

Anónimo dijo...

Hola!!

Qué oasis en medio del martes mirar las fotos y recordar las aventuras! Qué bien lo pasamos...
Ángela, nos quedó ir a Taganana, así tenemos la excusa perfecta para volver.

Clara dijo...

@Angela no nos dio tiempo de la playa de Taganana pero resulta que tengo un amigo de allí! @Bea pensemos en el próximo viaje!!