Little Corn Island nos recibió con una tormenta eléctrica, por lo que nuestra llegada al Caribe no fue tan cálida como habíamos imaginado. Me recordó aquellos días en Goa con Javivi, en los que el paraíso se nos pasó por agua.
Afortunadamente, pronto salió el sol y pudimos disfrutar de los maravillosos fondos marinos y las playas de arena blanca. Haciendo snorkeling vimos dos tiburones de arrecife, un tiburón martillo, una manta raya y peces de colores. (A ver si me pasan fotos subacuáticas...) El azul del mar por aquellos lares es absolutamente increíble.
La gente en el Caribe es relajada y de andares pausados, se escucha reegue e idolatran al gran Bob. Nuestro guía de buceo nos invitó a su casa a un rondón, un guiso típico con pescado, langosta, arroz y yuca. Desde luego lo más interesante de viajar es conocer a las gentes del lugar.
Al día siguiente en la isla grande (Corn Island), me hice amiga de estos niños: Vanessa, Sheila, Ariel y Marvin.
La barca que recorre la corta distancia (30 minutos) que separa a Corn Island de Little Corn Island puede a veces proporcionar un viaje movido, a nosotros nos empezó a llover durante el camino y lo que pudo ser un bonito paseo se convirtió en una auténtica atracción de feria, como el barco pirata pero en vivo y en directo.
La anécdota del viaje la pusieron dos caballos que se cruzaron en la pista de despegue justo cuando el avión-avioneta aceleraba para salir de la isla, el piloto tuvo que frenar tan fuerte para que no termináramos en el agua que se quemaron los frenos y tuvimos que pasar un día más en el Caribe. Un pequeño susto pero que se solucionó a la mañana siguiente y se nos pasó enseguida en el Hotel Paradise comiendo pasta con langosta a cargo de La Aerolínea Cuzqueña...
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