viernes, 18 de enero de 2019

Isla de Gigantes: Gigantes Sur

El sitio de mi recreo.
Dejamos atrás las Islas del Archipiélago de Romblón y tras casi un día entero de viaje desde Roxas al Terminal Puerto y de ahí a Estancia dónde cogimos una bangka, llegamos hasta Carles, Gigantes Sur en el Mar de Bisayas. Las Islas de los Gigantes Norte y Sur deben su nombre a los humanos de grandes dimensiones que cuenta la leyenda vivían allí, parece una historia irreal pero encontraron unos ataúdes de tamaño desorbitado que dan nombre a este archipiélago, que algunos comparan con el mismo edén.

Llegar a las islas no es fácil, por eso no están explotadas por el turismo. Nosotras encontramos en la pequeña aldea de Carles todo lo que andábamos buscando.

Nuestra cabañita en la isla.
Una cabañita en la playa, una pequeña población con gente encantadora, karaoke y bar con cerveza, y como colofón un pescador que nos llevaba en su bangka a conocer las inmediaciones, por el mismo precio de lo que él ganaba pescando un buen día.

En la isla había hasta había peces de colores. ¡Qué más se puede pedir! Nos quedamos 3 días porque yo me tenía que volver a España. Mery casi se queda allí a vivir.

En las inmediaciones, había que ver la Little Boracay, Antonia Island, Bantigue la isla de arena y el lago de agua salada Tangke

LLegar en barco a las islas te permite ir recreando con tiempo lo que te vas a encontrar a tu llegada.

Nuestra amiga Jean nos llevó a ver una plantación de Dragonfruit.


En el Lago de agua salada Tangke, cuando no hay mucha gente pueden verse monos. 



A ver el lago hay que ir cuándo sube la marea para que esté lleno de agua.

La isla de Bantigue, un banco de arena dónde la gente viene a comer vieiras.

Bantigue, agua turquesa y arena blanca.

La little boracay, pequeña isla de arena blanca y agua turquesa dónde hay una señora vendiendo cocos.

Relaxing time.

La isla de Antonia. Hay un pequeño arrecife protegido, plagado de peces de colores :) 

Los colores del edén.
Mery llegando tarde con resaca a nuestro tour, ja ja. 


Algunos amigos del pueblo de Carles.

Jean nos llevó a comer un Halo Halo (del tagao Halo, mezcla).
El Halo halo es típico postre filipino que mezcla hielo con leche condensada, judías cocidas, chucherías varias, galletas, plátanos caramelizados y un largo etcétera de calorías que saben a gloria.

Cuando llegamos a la isla pensábamos que lo típico sería comer pescado, sin embargo, no fue tan fácil. Pescan por la madrugada, así que por la tarde sólo tiene pescado un local del pueblo que tiene frigorífico. Allí nos llevaron en moto y aprovechamos el paseo para conocer la otra parte de la isla.

La chica que nos llevó en moto.

Carles es un pueblo eminentemente pescador.

Limpiando Vieiras y almejas. Nos invitaron a comer.

Dando un paseo por la isla nos encontramos con unos pescadores de vieiras y almejas que nos invitaron a un buen plato de lo que habían capturado ese día. Nos sorprendió gratamente la extraordinaria hospitalidad filipina, cuanto más humilde son las personas más comparten su comida. Supongo que el no ser una localidad nada turística ayuda a relacionarse de una manera más de igual a igual con sus moradores.
El baloncesto, deporte nacional. La cancha es en sí misma la plaza del pueblo. 

Otro amigo del pueblo. 

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