sábado, 11 de agosto de 2012

Istanbul




En Eminonu, a la orilla del Bósforo, el barrio del Gran Bazar al fondo.

Hace ocho años visité por primera vez esta ciudad a orillas del Bósforo. Eran otros tiempos y hacía una excursión con un grupo de amigos del Erasmus con mi Yashica analógica y sus revelados en blanco y negro. Pues Estambul no ha cambiado tanto... La zona de Eminonu con sus bocadillos de pescado y la imagen de las mezquitas de Rustem Pasa y Suleymaniye en lo alto de la colina sigue igual. Este es mi recuerdo predilecto de la ciudad. Justo en el momento en el que cae la tarde y el imán llama a la oración con palabras indescifrables como en un murmullo, las bocinas de los cargueros resuenan del cuerno de Oro al Mar de Mármara y parece que la ciudad recarga pilas, tras lo esforzado de las horas de sol. Hasta el 20 de agosto es Ramadán.

Los pescadores optimistas pasan las horas en el Puente de Gálata.

El Mar de Mármara, viendo la vida pasar.


 Desde un ferry al barrio obrero de  Uskudar, dónde se construyeron mezquitas por ser el punto más cercano a La Meca.



Mezcolanza de civilizaciones y rezos, Istambul se yergue en el mar del Bósforo entre Oriente y Occidente. Sus calles plagadas de bazares y hombres rudos de tez morena y bigote, mirada obscena, se convierten tras el clamor de la oración en calles rebosantes de fiestas, bares y alcohol. Estambul es son muchas ciudades en una.

En un bar de Estambul entre autóctonos que beben té, fuman narguile y juegan al back gammon.

Resulta extraño y hasta épico ver a la Virgen María rodeada de inscripciones de El Corán en Santa Sofía. 

Primero fue una catedral romana mandada a construir por el Emperador romano Justiniano en época de Constantinopla (siglo I dC), Mehmet el conquistador la convirtió en mezquita en 1453 y en 1953 Ataturk decidió convertirla en museo, y así es hasta hoy.

La maravillosa cúpula de Santa Sofía de 40 nervios decorados apoyados sobre gigantescos pilares escondidos, que hacen parecer que se mantenga en el aire.


De entre los mosaicos de Santa Sofía me encantó el de Zoe.

La Emperatiz Zoe a la derecha, Cristo y su tercer marido. Se casó tres veces y fue cambiandole la cara al emperador con cada nuevo matrimonio. Quedó la de Constantino IX que la sobrevivió. 


La Cisterna Basílica. 

Impresionante el sistema subterráneo de almacenamiento de agua romano. Las basas, fustes y capiteles se reciclaban de otras construcciones. 

Las basas más espectaculares sin duda son dos situadas en una de las esquinas, Medusas invertida y acostada, para evitar que las personas que las miren de frente queden petrificadas... 

La Mezquita Azul desde nuestro hotel, Charm. 

Su visita la hemos dejado para la vuelta a Estambul, después de nuestro periplo por la costa turca mediterránea :)

2 comentarios:

inés dijo...

Clara, ¡ten cuidado! en la segunda foto hay fantasmas...

Clara dijo...

jeje la velocidad de obturación! te veo enseguida amora!!