sábado, 10 de julio de 2010

El lago Titicaca

Los Uros en el Lago Titicaca, islas elaboradas por el hombre con totora (una planta).

Buena parte de la economía de las islas llega de la venta de artesanía al turismo.

En cada isla, que vive entre 1 y 5 familias tiene una torre vigía. Los colores son preciosos. Parece el fuerte de los Playmobil.

Un lugareño mira al infinito, desde La Isla Carbajal, al caer la noche sólo se escuchan los pájaros.


Los Uros significa en Aimara "espuma flotante" y así como la espuma están construidas estas islas artificiales de totora (como mimbre) sobre el Lago Titicaca. Sus habitantes viven de la pesca y el turismo. El comienzo de esta particular forma de civilización comenzó con la llegada de los españoles a Perú y la huída de algunos de los habitantes de Puno que no querían ser reclutados para trabajar en las minas de Bolivia.

El lago Titicaca significa en Aimara Puma de Piedra y es que se supone que el lago tiene la forma de este animal cazando un conejo.


Después de estar toda la mañana para ponernos la vacuna de la Fiebre Amarilla en el Hospital Municipal, llegamos a las Islas de los Uros. 45 islas flotantes, en concreto llegamos a la de Q' Ota Marca y luego en barca de totora a la Isla Carbajal, dónde vive Luis Carbajal con su mujer Bilma, su hija y otros miembros de la dinastía.

Tuvimos suerte con el amable recibimiento, nos dejaron una pequeña barquita para pasear por la zona y nos prepararon trucha para cenar. Cuando cayó la noche (a las seis y media de la tarde) sólo se pudo ver las estrellas, charlar y escribir estas notas que ahora digitalizo.

Beatriz y yo con Bilma, detrás nuestra chocita, en la que pasamos un frío de muerte.

Luis nos dejó esta barquita cuando llegamos pero la falta de costumbre y de vela nos hicieron dar una vuelta muy rápida. Me he comprado un gorro para el frío, como el de Don Pimpón.

Una anécdota graciosa (ahora) antes de terminar. Para vacunarnos de la Fiebre Amarilla tuvimos que convencer a 7 personas para que se vacunaran con nosotras dos, porque el inyectable viene en dósis de 10 y sólo dura 6 horas y no lo podían desperdiciar. Después de hablar con la dirección del hospital público, con el privado, con la aseguradora, con las boticas y los hospitales de otros pueblos, nos decidimos a hacer campaña contra la fiebre amarilla y tras largas horas al final conseguimos a 4 que se quisieron vacunar y al fin abrieronel ansiado antídoto. ¡Preparadas para la selva!

Al día siguiente tras una fría noche en la cabaña viajamos 3 horas en barco a la Isla de Taquile, una isla de verdad. Es impresionante lo bonita que es la Plaza de Armas de este pueblo y cómo sus habitantes siguen guardando sus tradiciones, ya sea por convencimiento o por el fervor turístico. Pero los habitantes de Taquile siguen llevando sus típicos sombreros y diferenciando sus vestimentas según estén casados, buscando novios o bien comprometidos.

En Taquile con una hilandera. Al fondo Bolivia, que no se ve.

Oscar nuestro guía nos enseña los diferentes modos de gorro, según cada posición en la sociedad. El que lleva es el del gran jefe. Tras él la bonita iglesia del pueblo.

En un famoso arco de Taquile. Con niños vestidos con sus ropas típicas.

Dos niñas van al colegio en Taquile. En la isla viven 500 familias y hay colegio hasta secundaria.

Las ovejas llevan esos jopos de colores desde el día de San Juan para obtener más fertilidad.

Beatriz con la cantuta, flor nacional, que los incas le ofrecían a Pachamama, la Madre Tierra.

Volviendo en el barquito a Puno.

2 comentarios:

Elena dijo...

me encanta tu viaje! super completo!! muy bueno lo de la fiebre amarilla... surrealista

Clara dijo...

Gracias Helen!! A ver cuándo nos pegamos nosotras otro viajecito ! :))